viernes, 28 de mayo de 2010

Adiós mayo



Sin duda, el peor mes de mi vida ha sido mayo, mayo de 2010. Malas noticias, cirugía de mi suegro, choque de Mafer, discusiones con mi novio, materias reprobadas de mi hermano, y una serie de etcéteras que no quiero ni recordar. Claro, además de la indicación de mi médico: "Tenemos que practicar la cirugía ya".

No es mi primera cirugía, pero sí la primera que no programo “por gusto”. Digamos que la de las muelas era una necesidad, pero que acepté sin problemas; la de los ojos fue más por cuestión estética que por otra razón, pero esta vez era necesariamente urgente y no me pidieron opinión.

Desde dos semanas antes comencé a prepararme psicológicamente, cosa bastante difícil, si no lo creen, pregúntenle a mi querido novio, quien ha tenido que aguantar bastante.

El miércoles nos venimos a dormir a casa de mi mamá para salir temprano rumbo al hospital. A pesar de lo que creí, sí dormí. Me desperté prácticamente muda, no quería hablar, es más, no podía. El miedo se apoderó de mí, qué digo el miedo, el pavor.

Llegamos al hospital, nos dirigimos al área correspondiente, donde me entregaron una de esas batas horribles que prácticamente no ayudan en nada. Me cambié y me pidieron que me acostara en la camilla. Para ese momento, mis nervios estaban al tope, mi amiga Mafer ya había llegado, y mi mamá y mi novio esperaban la llegada del anestesiólogo para, una vez más, hacer sus millones de preguntas.

Tras responder cinco veces las mismas cosas: ¿alérgica a algún medicamento?, ¿se ha sometido a otra cirugía? ¿desde cuándo iniciaron los síntomas? Y una serie de cuestionamientos más, llegó la enfermera para ponerme el suero y tomarme la temperatura. Basta decir que mi temperatura fue de 35 grados para que se imaginen el nivel del miedo que se apoderó de mí.

Se despidieron de mí, Mafer con un apretón de manos, prometiéndome que todo estaría bien y recordándome que seremos amigas “for always”; mi mamá, casi con lágrimas en los ojos, me besó la mejilla y también me juro que todo saldría bien, y mi novio, con un beso en la frente y diciendo te amo.

Llegué despierta al quirófano, cosa que no me había sucedido. Observé las lámparas que estaban sobre mí, conté a las enfermeras y personal médico que estarían en el lugar a lo largo de mi procedimiento, contesté con monosílabos unas preguntas que hizo el anestesiólogo para romper el hielo, y gracias a los medicamentos y a la medicina, me perdí en un profundo sueño.

Creo que pasó una hora, o eso dijeron mi mamá, Luis y Mafer, quienes esperaron pacientes y ansiosos a que el médico saliera y anunciara que todo había salido bien. Entre sueños escuché que el doctor dio un par de instrucciones, no sé a quién, y el anestesiólogo me preguntó ¿ya despertaste?. “No, doc, así duermo, con los ojos abiertos”, pensé.

Al llegar a la habitación, mi novio me recibió con “chucho”, un pomeranian de peluche a quien él bautizó, y una bolsa de malvaviscos cubiertos de chocolate, que desataron más mi hambre tras más de 12 horas sin alimentos ni líquidos. Intenté dormirme nuevamente y soñar con un mundo de chocolates, pero mi sueño fue interrumpido, gratamente, por la enfermera, quien apareció con tremendo manjar en sus manos. Una charola con tres quesadillas, un té de manzanilla, un jugo de manzana y un delicioso flan desabrido.

Dos horas después me dieron de alta. Desde entonces estoy dejándome consentir por mi santa madre y mi novio, estoy más tranquila y en espera de los resultados finales, y tengo una panza de embarazada de 9 meses, ya no sé si es por la inflamación post operatoria de la que me había hablado el médico, o por todo lo que he hurtado de la alacena y del refrigerador de mi sacrosanta.

Sólo puedo decir, suerte que termina mayo.

lunes, 17 de mayo de 2010

Estuve a punto de...


Creo que la primera canción que escuché de él fue “Si tu no vuelves”, alguien por ahí la ponía una y otra vez antes de que la reina del norte y yo partiéramos de Culiacán. Desde entonces me volví ultra fan del señor Bosé.


He ido a tres de sus conciertos. El primero fue especial por eso mismo, además de la grata sorpresa que me llevé al darme cuenta que el español lograba conquistar al público con su voz, sin valerse de luces, escenografía llamativa o artistas “complementarios”. “Por vos muero” se llamó aquella gira en la que Bosé cantaba acompañado por una orquesta, y donde interpretó la pieza "Olvidame tú" luciendo un saco rojo con cauda ¡Vaya espectáculo!

El segundo fue “Papitour”, una experiencia indescriptible, simplemente magnífica. Un recuento de su carrera, de sus éxitos y de las muchas canciones que se pueden asemejar a vivencias personales, como “Este mundo va”, “Manos vacías”, “Nada particular” o "Hacer por hacer". Fue en el CD Papito donde encontré aquella canción que juré él había escrito para mí y que me cantaba con David Ascanio; la canción que me describía perfectamente, sobre todo la etapa que estaba viviendo, “Carla”.


El tercero, “Cardio”. Simplemente, sin palabras… EL concierto. Todo comenzó con la presentación de las consuegras y una comida en el Péndulo. Mi suegra, mi mamá, mi bebé y yo. Confesiones y pláticas de señoras aderezadas con unas cucharadas de pastel de chocolate.


Al terminar, nos dirigimos hacia el Auditorio, yo más nerviosa y emocionada que en ocasiones anteriores. Llegamos y el estrés subió al ver el letrero de “Cupo lleno” en la entrada del estacionamiento. Continuamos la fila de autos hasta que un poli nos dijo que con 200 pesos nos debajan estacionarnos en un lugar “prohibido”. Pues lo hicimos, faltaban pocos minutos para que el concierto iniciara y no queríamos perdernos de nada.


Entramos al recinto, nos dirigimos a la entrada 1 y una vez adentro, tomamos nuestros lugares en el balcón, asientos del 16 al 20.


8:00 de la noche en punto, las luces se apagaron y apareció Miguel Bosé, más sexy, más guapo, más delgado y más hermoso que nunca.


Un paseo por el pasado y el presente, como él mismo describió lo que viviríamos durante 2 horas con 20 minutos. Me olvidé del calor, de la incertidumbre por no saber qué había pasado con el “Jefe” Diego, del mal episodio que estoy viviendo, de todo… y me enfoqué en mi querido Bosé.


Ayuverdico, Cardio, Nena, Dame Argumentos, Júrame, Morena Mia, El Perro, un Popurri, Si tú no Vuelves, Sevilla, Como un Lobo, Nada Particular, Estuve a punto de, Bambú y Amante Bandido fueron algunas de las canciones que Papito interpretó en el concierto y con las cuales me puso a temblar. Gritos producidos, como dice mi novio; sonrisas, fotos y lágrimas contenidas fue lo que ocasionó en mí. Y sí... estuve a punto de... muchas cosas, lástima que nos separan unos fierros, unas cuantas filas y unos guaruras.


El juego de luces que utilizó, los bailes sensuales que se aventó, los videos que proyectó, las palabras que dirigió y su voz privilegiada hicieron de esta experiencia algo único; un momento que realmente logró hacerme olvidar el pésimo mes que he vivido, de hecho, lo único rescatable de mayo ha sido Miguel Bosé y Cardio.


Y para cerrar con broche de oro la gran experiencia: “Te Amaré” en versión acústica. Mejor canción no pudo haber elegido, si tuviera que seleccionar mi favorita, sin duda sería esa. Es simplemente perfecta. La pieza perfecta para cualquier pareja de enamorados.


Feliz, emocionada, complacida, extasiada y conmovida … así salí del Auditorio. Excelente compañía, increíble voz, gran presencia y grandes canciones.


Y a pesar de que antes consideraba nacas las playeras que venden en los conciertos, ahora vivo con un ser adicto a ellas, y ha hecho que me acostumbre a ver los logos e imágenes sobre los torsos. Obviamente, si ya tenía la de Muse, no podía faltar la de Bosé en mi colección, y así parti, feliz y con playera azul puesta.

viernes, 14 de mayo de 2010

Nuestra primera vez

Pues sí, a pesar de lo que muchos pudieran pensar por la intensidad con la que hemos vivido esta relación, fue hasta hace unos días que Luis y yo visitamos un Motel por primera vez.


El motivo no fue el mismo que lleva a una pareja de adolescentes caldufos, a un esposo infiel o a unos que se acaban de conocer en un bar  y que se pasaron de copas. Nosotros tuvimos una razón mayor: falta de agua y luz.


Llegamos al departamento y nos encontramos con la sorpresa de que no había luz. Nuestra primera preocupación fue cómo meteríamos los coches a la cochera, pero rápidamente el poli solucionó el problema y nos cedió un lugar en la parte del estacionamiento que tiene una puerta que sí se podía abrir; nuestra siguiente incógnita fue cómo llegaríamos al sexto piso sin elevador.


Tras subir cerca de cien escalones o más, y con el corazón en la mano, llegamos al depa, abrimos la puerta, y, en penumbras llegamos al cuarto. No sé por qué se me ocurrió abrir la llave del lavamanos y ¡oh sorpresa! ni una gota de agua.


Cuando le di la noticia a Luis, se alarmó como si le hubiera dicho en una hora se acaba el mundo. Dos de las cosas más importantes en su vida es su blackberry y su peinado, así que imagínense, su black estaba agonizando con sólo una línea de batería, y para su vanidad, lo peor que podía suceder era no tener agua. “­¿Pero cómo me voy a peinar en la mañana?”, preguntó. Acto seguido, le llamó a unos amigos para ver si nos daban alojamiento en su casa, le envió un par de mensajes desde mi bb a otro amigo y entró en pánico.


De repente, cuando todo parecía perdido y la situación apuntaba a que mi amado no se presentaría a trabajar al día siguiente, fuimos iluminados. “Claro, dormiremos en el Pirámides”.


 –Señorita, ¿cuál es el costo de la habitación?– Luis

–Trescientos cincuenta por cinco horas- recepcionista

–mmm ¿y por toda la noche?– Luis

–serían 750 pesos– recepcionista


 “Cerrado, agarra tus cosas que nos vamos al Pirámides”, me dijo. Al escuchar eso claro que me dio mucha risa, me parecía un exceso pagar esa cantidad por una noche sin luz; de repente recordé que, frente a ese motel naranja y famoso entre los caldufos, había otro que no se veía tan mal, busqué el teléfono, llamé y conseguí una tarifa de 450 pesos la noche.  “Liso, vámonos”.


Llegamos al lugar, y tras discutir durante 5 minutos qué tipo de habitación queríamos, nos dieron la 209, sencilla y sin jacuzzi, como quería Luis.


Del trayecto del elevador al lugar donde dormiríamos, me reí 20 veces, observé todo a mi alrededor, critiqué la alfombra, miré de reojo a mi Bebé, me volví a reír y sentí la misma emoción que siente una adolescente cuando, con algunas mentiras, logra escaparse al Motel con su galán.


Nos sentamos en la cama que parecía roca, miramos a nuestro alrededor, dejamos las maletas, descubrimos el sensor de luz que me despertó durante toda la noche, inspeccionamos el baño, nos pusimos la pijama, encendimos el televisor con el 50% de canales no aptos para menores y nos acostamos.


Tras conversar durante un par de horas, una pequeña discusión y pelearme un rato con las sábanas que tanto asco me dieron, caímos rendidos. 

domingo, 2 de mayo de 2010

Si un genio apareciera...


Haciendo referencia a mi nick, siempre he sido fantasiosa, soñadora e imaginativa.
No es broma cuando digo que Disney es mi ciudad de origen, de verdad creo que la cigüeña se equivocó y en vez de dejarme en Culichitown debió de aventarme a un castillo encantado, claro, donde mi mamá fuera la reina, porque eso sí, a ella no la cambio ni volviendo a nacer, pero ese no es el tema de hoy.

Muchas veces he querido encontrarme con una lámpara mágica para frotarla e invocar al genio que pudiera cumplir mis deseos, por lo menos tres, si no es mucho pedir.

Si eso sucediera, realmente no sé qué pediría, tengo una enorme lista:

1. Poder conversar con mi abuelo 24 horas seguidas y sin interrupciones para poder agradecerle los buenos momentos que vivimos juntos y los lindos recuerdos que dejó en mi mente y corazón.

2. Salud para mi madre, ya que odia los doctores y le huye a los diagnósticos, así que como es demasiado pedir que la convenciera de ir a consulta, me conformo con lo primero.

3. Una máquina del tiempo que me permitiera viajar 6 años atrás y corregir algunos “pequeños detallitos”.

4. Conservar durante toda mi vida a mis mejores amigos y tener más tiempo para ellos, especialmente para Mafer, Leonel y Oswaldo.

5. Que mis días tuvieran 36 horas y que el trabajo sólo me ocupara 8, pero en serio.

6. Poder ver cómo será mi vida dentro de 10 años. Sí, ya sé que eso depende de mí, pero estaría padre saber a dónde me llevarán las decisiones que iré tomando en el camino.

7. Una barita mágica para tocar el corazón del Gran Doctor y lograr sacar todo lo que lleva en él escondido. Siendo muy exigente, que la barita también decodificara sus pensamientos para entenderlo mejor.

8. Un borrador de cicatrices, recuerdos y heridas. Sin duda lo partiría en muchos cachitos y lo compartiría con varias personas especiales para mí. Seguramente DHL me cobraría muchísimo por el gran cargamento que tendría que llevar a Culiacán.

9. Un contrato real, no como el que redacté hace un par de meses, donde me garantizaran felicidad, armonía, tranquilidad y amor de por vida, obvio al lado de Luis.

10. Felicidad, amor, salud, bienestar, paz, tranquilidad, éxito, vida… para mis tres hermanos, mis abuelas, mis tías, primos, padres, suegros, cuñados, amigos y compañeros de vida.

Pero a pesar de todos mis deseos y anhelos, si hoy se apareciera un genio en mi vida, creo que lo único que pedirá sería seguridad, tranquilidad y la certeza de que todo saldrá bien…