jueves, 18 de febrero de 2010

LA mUñEcA de MAmÁ

Nunca se ha caracterizado por ser muy expresiva, un "te quiero" difícilmente sale de su boca, mucho menos lo escribe, piensa que las cartas con el tiempo pueden ser usadas en su contra, pero de una u otra forma siempre nos ha demostrado su amor.

Aún siendo una niña, desde hace casi 26 años, su vida ha estado completamente dedicada a su muñequita, a quien vestía tres veces al día para que todo mundo la viera impecable y hermosa, a quien defendía cuando sus primos no querían jugar con ella, a la que consentía a tal grado que todos la llamaban berrinchuda y caprichosa, a la que protegía del mundo entero.

Todas las noches, antes de que su muñeca se durmiera, elegía un cuento, lo narraba y en muchas ocasiones lo actuaba, sobre todo "el manomono", que hasta hoy nunca le he preguntado si lo inventó o fue uno de esos cuentos que se trasmitieron de generación en generación.

Su amor siempre fue incondicional a pesar de los berrinches, los pleitos y en ocasiones, las faltas de respeto; siempre estuvo dedicada a su muñequita, a cambio de su entrega se conformaba con escuchar un "mami, te quiero mucho". Desde que su muñeca apareció en escena nunca volvió a saber lo que era dormir sola, tenía que recostarse a su lado, entrelazar sus piernas con las de esa pequeña que apenas alcanzaba a tocar sus rodillas con la punta de sus piecitos fríos.

Su cabello rizado, su mirada penetrante, su silueta perfecta, su carácter fuerte e imponente, su piel impecable, su tono agradable y chistoso, y su aroma de ángel, como ella misma describe, siempre llamaron mi atención, soñaba con ser como ella cuando fuera grande, en ocasiones robaba alguna de sus prendas, incluso, cuando se iba de viaje, aprovechaba para usar sus zapatillas, su maquillaje, y jugar a ser grande.

Madre y padre a la vez, se las ingenió para que nunca le faltara nada a su muñequita: el vestido más lindo de la tienda, moños de todos colores para combinarlos con sus distintos atuendos, la barbie de moda, el juego de té, las pinturas, el resorte, la cuerda para saltar, los accesorios de Kitty, los raspados del malecón, la mochila distinta cada inicio de ciclo escolar, los dulces gringos recién llegados a Culiacán, los "suspiros" de la casita de chocolate, las polly pockets, todo, todo lo que la pequeña deseaba, ella se lo daba. ¿Cómo? aún no lo entiendo.

Poco a poco esa muñeca se fue convirtiendo en mujer, en una princesa que nadie podía tocar. Sí, berrinchuda, caprichosa, vanidosa, pero a la vez tierna, sincera, entregada, confiada y feliz, muy feliz. Sus exigencias fueron cambiando: el nuevo aparato para hacer ejercicio, la ropa de moda, el cd de su artista favorito, maquillaje, bolsas, zapatos, muñecas, zapatillas, el menú especial de dieta, el jamón especial, chocolates, barritas, viajes, permisos... y todo se lo siguió cumpliendo.

Desvelos, lágrimas, enojos, dolores de cabeza formaron parte de su vida durante la adolescencia de su princesa rebelde, pero con los años, sólo puedo decir que valió la pena y espero que para ella también. Hoy, esa princesa no sería quien es actualmente, con errores y defectos, pero también con muchos aciertos y virtudes.

Muchas ocasiones me quejé de su carácter, de su exagerada atención; quería salir huyendo de su casa o enviarla de vacaciones a un lugar lejano, desértico, así podría relajarse, descargar su estrés cotidiano y regresar lista para aguantar de nuevo todo lo que representaba ser ama de una casa de locos.

Hoy ya no estoy con ella, la veo pocas veces debido a mi trabajo (cosa que en ocasiones no entiende). Llego a su casa y es chistoso ver cómo, justo ahí, el tiempo parece detenerse. Mi hermana dedicada a su novio, mi hermano a la música, la más pequeña a su mundo de princesas, y ella, entregada a sus hijos, a su casa.


Han pasado casi 26 años y su vida sigue siendo igual, su prioridad seguimos siendo nosotros y, aparentemente, nadie se da cuenta; mis hermanos no lo agradecen y mi papá menos, pero con el tiempo, estoy segura que agradecerán su entrega, su amor y dedicación; agradecerán el que haya sido madre de tiempo completo.

Hoy la extraño, me hace falta su presencia, su cama siempre impecable, sus palabras, sus regaños, sus consejos; extraño llegar a casa y escuchar "¿ya comiste? ¿qué vas a comer?... simplemente hay días como hoy en que necesito a mi mami...



martes, 16 de febrero de 2010

Valentine´s Day



Anécdotas del 14 tengo varias, algunas no se pueden escribir, otras son muy “x”, otras son simplemente cliché, pero la que más recuerdo es la del año pasado: 14 de febrero de 2009.

Me desperté temprano y con el pretexto del Día del Amor y la Amistad, le mandé mensaje: ¿Qué plan tienes, nos podemos ver? Juré que no recibiría respuesta, pero me contestó y quedamos en que a la 1 iría a su casa. Me arreglé y antes de salir le dije a Roy (mi ex marido): voy con Leonel, al rato vengo.


Casi seis meses sin hablarnos, digamos que me vetó. Es una de las personas más importantes en mi vida, mi amigo, confidente y uno de los pocos que se atreve a decirme lo que piensa sin pelos en la lengua. Una personita a la que adoro, que ha estado conmigo en los momentos más difíciles y también en los más felices, simplemente mi Emosho. Lo extrañaba horrores, tenía muchas ganas de verlo, pero también muchísimos nervios.


Llegué a su casa, toqué y estuve a punto de correr, pero me armé de valor y esperé a que saliera. Diferente a lo que había imaginado, apareció y me invitó a pasar al patio trasero, donde minutos antes de que yo llegara estaba jugando con su perro.


* “Pues tenemos muchas cosas que platicarnos, mi vida, nuevamente, dio un giro de 360 grados; aunque la verdad, para estas alturas, es de 180 porque es la misma historia”, dije.
* “Claro, lo suponía, pero quiero escucharlo de tu boca”, expresó.


Hablamos como 2 horas sin parar, le conté que había regresado con Roy, pero que las cosas no iban nada bien, tan era así que estaba en su casa en vez de estar celebrando con él, lo cual le dio gusto.


Subimos a su recámara a escuchar música en lo que llegaban algunos invitados de su hermana, pues había organizado una comida para uno de sus amigos que cumplía años. Llegó Rodrigo, mejor conocido como Guayabo, uno de los integrantes de “la banda”, como le llama Leonel a nuestro grupo de amigos. Y cual club de solterones amargados, nos dedicamos a despotricar en contra del amor. Guayabo extrañando a su ex novia, Leonel indiferente y sin aceptar abiertamente sus sentimientos y yo… confundida.


Cerca de las 6 de la tarde recibí un mensaje de Roy: “¿tienes algún plan? ¿qué vas a hacer?”. El tiempo se me había ido volando, en algún momento del día había pensado en decirle que fuéramos a cenar o a tomar algo, pero la estaba pasando tan bien con Leo y Guayabo que olvidé mi plan. “Ir con mis amigos, ¿y tú?”, contesté. “Ir con mis amigos”, respondió. Tras ese mensaje, copia de mi respuesta, me olvidé del celular y me dedique a disfrutar la tarde.


Después de la comida nos fuimos a jugar rock band a casa de Guayabo y después, Leo y yo regresamos a su casa para ver una película.


“Son las cinco de la mañana, Leonel, me van a dejar en la calle”, exclamé al darme cuenta de la hora, pero había valido tanto la pena el día que si tenía que dormir en el coche, lo valía.


Llegamos al departamento y tal como lo hacía cuando llegaba tarde a casa de mi mamá, entré de puntitas, abrí la puerta, fui por una cobija y me dormí en la sala porque la puerta de mi recámara había sido cerrada con seguro.


Sin duda fue uno de mis mejores 14 de febrero, recuperé la amistad de mi Emosho y los consejos de Guayabo me sirvieron tanto, que hoy vivo "sola".

viernes, 5 de febrero de 2010

El tiempo vuela...

Justo hace dos meses estaba como loca en un centro comercial ayudando a mi ex roomie a buscar una blusa para una comida que tendría con su novio y su suegro. Recorrimos toda la plaza y ni ella ni yo encontramos nada ad hoc para la ocasión. Yo no tenía precisamente una comida con el suegro, pero era el cumpleaños de mi querido emosho y, además, había invitado a Babyface, era nuestra primera salida después de una semana de conversación binaria.

En teoría él iba a pasar por mí a las 2 de la tarde, pero entre las compras fallidas y el correr por varias tiendas se nos fue el tiempo, le mandé mensaje: "hola mi niño, podríamos vernos a las 3?", a lo que contestó: "sure". Mi ex roomie y yo recorrimos por última vez el centro comercial, pero creo que el patrón de moda no nos convencía y regresamos a casa casi con las manos vacías, habíamos comprado un par de cosas, pero no para la ocasión.

Llegamos al depa, nos arreglamos y a las 3 en punto recibí una llamada "ya estoy aquí". Bajé rapidísimo para no hacerlo esperar, me subí al coche y nos dirigimos a casa de Emosho. En el trayecto ahondamos en temas que habíamos tocado por el msn, muy tranquilos, naturales y súper francos. Después de dar algunas vueltecillas y de marcarle como desesperada al anfitrión para que me explicara cómo llegar, claro, sin respuesta, dimos con la casa.

Estaba un poco nerviosa porque no sabía si se sentiría bien durante la fiesta, especialmente porque asistirían muchos amigos de mi ex y, lo peor, no sabía si él iba a aparecer en algún momento (de hecho había pensado no ir a esa comida, ateniéndome a las consecuencias con Emosho, pero fui). Me relajé, lo presenté con las cinco personas que estaban y le pedí que nos sentáramos en otra mesita, alejados de los demás.

Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis.... 12 horas hablando. Los movimientos eran exclusivamente para ir al baño, saludar a los que se acercaban o tomar alguna llamada. Lo que se suponía que sería una comida terminó en una charla de horas. Música, hobbies, películas y algunas historias de romances anteriores fueron parte de los temas de la tarde.
Estaba sorprendida, nunca había estado tanto tiempo pegada a una silla sin quererme mover, pero la sorpresa no fue únicamente para mí, de repente llegó mi querido Emosho y me dijo: "no bueno, te tienen apendejada, si vieras tu cara cuando él habla..". ¿Neto? ¿tan obvio era que estaba disfrutando tanto la compañía?

Claro, cabe mencionar que durante la tarde recibí algunos mensajes de "el ojo espía", una de mis mejores amigas, "¿todo bien? me mandas mensaje cuando suceda algo" (desde un día antes me estuvo molestando con que seguramente ese día Babyface (en ese momento el hombre x) y yo nos besaríamos, pero no, juro que no estaba en mis planes.

A las 9:27 mi ex roomie reapareció con un mensaje: "nena, pásame la dirección, ya vamos para allá", lo contesté y seguí conversando con el chico que, a esa hora, ya no era tan x. Estábamos tan entrados en la plática que ni nos dimos cuenta cuando llegaron mi niña (ex roomie) y su novio, me percaté de ello hasta que sentí que alguien me abrazaba, pensé que era algún amigo que se estaba despidiendo, pero no, eran ellos. Nos levantamos, abracé efusivamente a mi yerno, a mi niña y los incluimos en la plática.

Poco tiempo después nos dimos cuenta de que urgía comprar alcohol, ya no había nada (por cierto, en toda la tarde no tomé ni una gota porque quería analizarlo, escucharlo y disfrutar de su presencia con mis cinco sentidos despiertos). Nos subimos a la camioneta de mi yerno y nos dirigimos al super más cercano; todo el trayecto me estuvieron molestando porque de tanto hablar y del frío que hacía, mi voz era como una mezcla entre la de Paulina Rubio y Alejandra Guzmán, jajaja, fatal.

Regresamos a la fiesta, ellos con sus temas contemporáneos, los cuales mi ex roomie y yo no entendíamos, y nosotros intentando contagiarlos de nuestra juventud recordando los programas de nuestra época, TVo, el Club de Gaby, Topo Gigo, entre otros. Mientras ellos discutían sobre unas pulseras y unas sandalias que no recuerdo sus respectivos nombres, mi roomie me preguntó "¿te gusta?" a lo cual asentí. "Te lo dije!!!", fueron sus palabras, a lo que contesté "no, espera, te juro que no me gustaba...", pero las miradas de los nacidos el 19 de abril interrumpieron mis confesiones y sus cuestionamientos.

Cerca de las 2:30 de la mañana y con muchísimo frío nos despedimos y cada pareja partió en su auto. Al llegar a mi depa nos dimos las gracias por la grata compañía y partió. No, no hubo beso como mis amigas auguraron.

Al día siguiente, desperté pensando en él ¿qué me pasaba? días antes estaba en depresión total por un sapo que quiso ser el príncipe de mi cuento jajaja y ahora esta más que emocionada. Quise mandarle un mensaje, pero me esperé, no quería sonar demasiado intensa. A las 2 de la tarde le mandé mensaje "cómo estás, te dejó dormir Camila (su perra)", contestó y así comenzó la cadena de mensajitos.. hasta las 8 de la noche, que llegó a casa de mi mamá y bueno.. esa historia ya la conocen...

El tiempo pasa rápido, muy rápido. Hoy desperté a su lado, más enamorada que ayer y feliz por estos dos meses. Creo que el invitarlo a esa comida fue la mejor decisión que tomé en el 2009.