viernes, 14 de mayo de 2010

Nuestra primera vez

Pues sí, a pesar de lo que muchos pudieran pensar por la intensidad con la que hemos vivido esta relación, fue hasta hace unos días que Luis y yo visitamos un Motel por primera vez.


El motivo no fue el mismo que lleva a una pareja de adolescentes caldufos, a un esposo infiel o a unos que se acaban de conocer en un bar  y que se pasaron de copas. Nosotros tuvimos una razón mayor: falta de agua y luz.


Llegamos al departamento y nos encontramos con la sorpresa de que no había luz. Nuestra primera preocupación fue cómo meteríamos los coches a la cochera, pero rápidamente el poli solucionó el problema y nos cedió un lugar en la parte del estacionamiento que tiene una puerta que sí se podía abrir; nuestra siguiente incógnita fue cómo llegaríamos al sexto piso sin elevador.


Tras subir cerca de cien escalones o más, y con el corazón en la mano, llegamos al depa, abrimos la puerta, y, en penumbras llegamos al cuarto. No sé por qué se me ocurrió abrir la llave del lavamanos y ¡oh sorpresa! ni una gota de agua.


Cuando le di la noticia a Luis, se alarmó como si le hubiera dicho en una hora se acaba el mundo. Dos de las cosas más importantes en su vida es su blackberry y su peinado, así que imagínense, su black estaba agonizando con sólo una línea de batería, y para su vanidad, lo peor que podía suceder era no tener agua. “­¿Pero cómo me voy a peinar en la mañana?”, preguntó. Acto seguido, le llamó a unos amigos para ver si nos daban alojamiento en su casa, le envió un par de mensajes desde mi bb a otro amigo y entró en pánico.


De repente, cuando todo parecía perdido y la situación apuntaba a que mi amado no se presentaría a trabajar al día siguiente, fuimos iluminados. “Claro, dormiremos en el Pirámides”.


 –Señorita, ¿cuál es el costo de la habitación?– Luis

–Trescientos cincuenta por cinco horas- recepcionista

–mmm ¿y por toda la noche?– Luis

–serían 750 pesos– recepcionista


 “Cerrado, agarra tus cosas que nos vamos al Pirámides”, me dijo. Al escuchar eso claro que me dio mucha risa, me parecía un exceso pagar esa cantidad por una noche sin luz; de repente recordé que, frente a ese motel naranja y famoso entre los caldufos, había otro que no se veía tan mal, busqué el teléfono, llamé y conseguí una tarifa de 450 pesos la noche.  “Liso, vámonos”.


Llegamos al lugar, y tras discutir durante 5 minutos qué tipo de habitación queríamos, nos dieron la 209, sencilla y sin jacuzzi, como quería Luis.


Del trayecto del elevador al lugar donde dormiríamos, me reí 20 veces, observé todo a mi alrededor, critiqué la alfombra, miré de reojo a mi Bebé, me volví a reír y sentí la misma emoción que siente una adolescente cuando, con algunas mentiras, logra escaparse al Motel con su galán.


Nos sentamos en la cama que parecía roca, miramos a nuestro alrededor, dejamos las maletas, descubrimos el sensor de luz que me despertó durante toda la noche, inspeccionamos el baño, nos pusimos la pijama, encendimos el televisor con el 50% de canales no aptos para menores y nos acostamos.


Tras conversar durante un par de horas, una pequeña discusión y pelearme un rato con las sábanas que tanto asco me dieron, caímos rendidos. 

8 comentarios:

  1. cada vez me enamoro más de tu blog. No lo dejes. Y... gracias por compartirnos

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  2. Grafía Editores y Bloggers14 de mayo de 2010, 11:41

    Ayyyyyyyyy sí! me van a decir que se portaron muy bien y se pusieron sus pijamas y a dormir. Ajá, sí....

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  3. JAJAJAJAAJA ¿Onde está El Pirámides? y lo digo en serio... creo que me hace falta cultura ¿calenturienta? Y porfa díganme ¿qué tiene de especial?

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  4. ¿El Niágara?
    Ejem, ejem... me han contado.

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  5. PORQUE EL POST LO VALE, PONDRÉ MIS RESPUESTAS A CADA PÁRRAFO EN MAYÚSCULA.

    Pues sí, a pesar de lo que muchos pudieran pensar por la intensidad con la que hemos vivido esta relación, fue hasta hace unos días que Luis y yo visitamos un Motel por primera vez. AMOR, PERO "INTENSIDAD" NO ES PURO GUAYABO NI SE TRADUCE NECESARIAMENTE ASÍ, JAJA.

    El motivo no fue el mismo que lleva a una pareja de adolescentes caldufos, a un esposo infiel o a unos que se acaban de conocer en un bar y que se pasaron de copas. Nosotros tuvimos una razón mayor: falta de agua y luz. SÍ, CARAY, QUÉ POCA. LEY DE MURPHY Y HASTA EN EL DÍA DE LA MADRE.

    Llegamos al departamento y nos encontramos con la sorpresa de que no había luz. Nuestra primera preocupación fue cómo meteríamos los coches a la cochera, pero rápidamente el poli solucionó el problema y nos cedió un lugar en la parte del estacionamiento que tiene una puerta que sí se podía abrir; nuestra siguiente incógnita fue cómo llegaríamos al sexto piso sin elevador. Tras subir cerca de cien escalones o más, y con el corazón en la mano, llegamos al depa, abrimos la puerta, y, en penumbras llegamos al cuarto. No sé por qué se me ocurrió abrir la llave del lavamanos y ¡oh sorpresa! ni una gota de agua. Cuando le di la noticia a Luis, se alarmó como si le hubiera dicho en una hora se acaba el mundo. Dos de las cosas más importantes en su vida es su blackberry y su peinado, así que imagínense, su black estaba agonizando con sólo una línea de batería, y para su vanidad, lo peor que podía suceder era no tener agua. “­¿Pero cómo me voy a peinar en la mañana?”, preguntó. Acto seguido, le llamó a unos amigos para ver si nos daban alojamiento en su casa, le envió un par de mensajes desde mi bb a otro amigo y entró en pánico. SÍ, SOY RE VANIDOSO, PERO MALO SERÍA QUE ME VALIERA PEPINO. DEBO ACLARAR QUE ESTE FÉMINA ESTÁ PEOR POR SU BLACK QUE YO.

    De repente, cuando todo parecía perdido y la situación apuntaba a que mi amado no se presentaría a trabajar al día siguiente, fuimos iluminados. “Claro, dormiremos en el Pirámides”. –Señorita, ¿cuál es el costo de la habitación?– Luis –Trescientos cincuenta por cinco horas- recepcionista –mmm ¿y por toda la noche?– Luis –serían 750 pesos– recepcionista. “Cerrado, agarra tus cosas que nos vamos al Pirámides”, me dijo. Al escuchar eso claro que me dio mucha risa, me parecía un exceso pagar esa cantidad por una noche sin luz; de repente recordé que, frente a ese motel naranja y famoso entre los caldufos, había otro que no se veía tan mal, busqué el teléfono, llamé y conseguí una tarifa de 450 pesos la noche. “Liso, vámonos”. UNA GANGA. ADEMÁS, EL MOTEL ESTABA COOL.

    Llegamos al lugar, y tras discutir durante 5 minutos qué tipo de habitación queríamos, nos dieron la 209, sencilla y sin jacuzzi, como quería Luis. Del trayecto del elevador al lugar donde dormiríamos, me reí 20 veces, observé todo a mi alrededor, critiqué la alfombra, miré de reojo a mi Bebé, me volví a reír y sentí la misma emoción que siente una adolescente cuando, con algunas mentiras, logra escaparse al Motel con su galán. NO SÉ, NUNCA ANTES FUI A UN MOTEL, ASÍ QUE IGNORO LOS MOTIVOS DE LOS QUE UNO SE VALE PARA APLICAR DICHO PLAN.

    Nos sentamos en la cama que parecía roca, miramos a nuestro alrededor, dejamos las maletas, descubrimos el sensor de luz que me despertó durante toda la noche, inspeccionamos el baño, nos pusimos la pijama, encendimos el televisor con el 50% de canales no aptos para menores y nos acostamos. Tras conversar durante un par de horas, una pequeña discusión y pelearme un rato con las sábanas que tanto asco me dieron, caímos rendidos. JAJAJA. YO NO USO PIJAMA. ¿CON ESO SUENA ALGUNA CAMPANITA? JAJA, LOVE YA

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  6. A ver: nadie va a un motel a ponerse la pijama!

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  7. jajaja, nooooooooooooo!
    no puedo creer que se metiern en un MOTEL por ESO!!!
    MOTEEEEEEEEEEEL???? ni lavándolo con cloro!!! y las sábanas iugh, iugh y requete uigh y luego carrilo sin pijama, PEOR!!! se hubieran llevado sus propias sabanitas :P
    lo mejor y más sano, hubiera sido simplemente irse a casa de Carrillo, los 450 se lo hubieran gastado en otra cosa y se hubieran ahorrado la desinfectada tipo "epidemia" o "monsters inc"
    :P

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